Aprendiendo de la vida


27 de mayo de 2007

Que viva el Perú CARAJO!!

Ayer estuve leyendo en un diario la historia de dos extranjeros que dejaron la tierra que los vió nacer y decidieron jugársela y venir al Perú a buscar oportunidades. ¿Cómo? ¿El Perú tierra de oportunidades? ¿No eran los EE UU, Australia, Canadá? Pues fíjense que no y ellos lo tienen muy claro: la gente que viene de fuera se dá cuenta del gran potencial de desarrollo que nuestro país tiene y de los recursos infinitos que posee y están dispuestos a invertir aquí....entonces, ¿Qué ven ellos que nosotros no vemos? ; uno de ellos dijo una frase que es muy cierta y fue la que me hizo escribir este artículo: El pasatiempo favorito de los peruanos es quejarse y criticar; no se "ponen la camiseta", siempre ven el lado malo de las cosas. Hay que inclinar la cabeza por un momento y reconocer que en parte tiene razón. Nos quejamos de lo que está mal pero no hacemos nada para ayudar a solucionar el problema, aún cuando muchas veces somos capaces de hacerlo; siempre le echamos la culpa a los demás por lo que pasa y no vemos los errores que cometemos. En cosas tan simples como no tirar una envoltura de galletas por la ventana del auto o no comprar cosas robadas en "San Jacinto" o "La Cachina" harían una gran diferencia aunque pensemos que no....Claro que el Perú no va a solucionar sus problemas sólo porque tú no botes un simple papel al suelo; pero quiero que reflexionemos y nos demos cuenta que construir un Perú mejor es tarea de todos los peruanos. En vez de criticar o insultar, enseñemos...ahí está la clave.
Pero este artículo no ha sido concebido para "darle con palo" a los peruanos: hay también que reconocer que en los últimos años han habido cambios positivos: hoy se siente ese sentimiento de patriotismo y eso es bueno porque antes era casi inexistente. El Perú ha empezado a tomar otro matíz y eso gracias a muchos peruanos que han decidido quedarse y poner el hombro y que están seguros que el Perú tiene muchísimo que ofrecer, y eso me hace sentir muy orgullosa.
Como nuestro Perú no hay, es nuestro hogar, donde está nuestra gente, la mejor comida del mundo, lugares mágicos para visitar, gente alegre que saca fuerzas de flaqueza....¿qué más podemos pedir? Pues... que sigamos avanzando y que nosotros seamos parte de ese cambio.

Disfrutar de las pequeñas cosas

Si queremos áreas verdes, aprendamos a cuidarlas
Vivimos en un mundo tan agitado, corriendo de un lado a otro, casi sin detenernos a mirar lo que pasa a nuestro alrededor, sin disfrutar de las cosas simples que tenemos al alcance de la mano. Me he dado cuenta en estos días que el simple hecho de cambiar un poquito la rutina y de hacer algo distinto hace que veas y disfrutes de cosas que antes simplemente no te habías detenido a disfrutar...y eso te llena el espíritu. Cuántas veces pasamos rápidamente por un lugar y ni siquiera lo vemos, siempre apurados pensando en acelerar el auto para llegar más rápido o estando más atento a que el carro de al lado no te cierre o el taxi que va delante tuyo no frene intempestivamente...pues estos últimos días estoy intentando andar un poco en bicicleta y esta ruta que habitualmente hago en mi auto, ha tomado otro matiz, otro ángulo. Hoy decidí llevar la cámara conmigo. Aquí algunas fotos del malecón de Miraflores.

Una línea de Nazca. Parque María Reiche
Escultura de Víctor Delfín, parque del amor Mar de diseños Restaurant La Rosa naútica y el mar dorado a la hora del sunset Aún hay viento para salir El último vuelo del día

El Precio de la VIDA

En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados y donde se invierten fortunas en encontrar la cura para muchas enfermedades y poder salvar millones de vidas, es paradójico ver cómo día a día mueren millones de seres humanos víctimas de la violencia, el olvido, el odio y el resentimiento: Kamikazes que vuelan lugares atestados de gente, matando miles de personas; adolescentes que matan a gente a mansalva sin explicación alguna, guerras sin sentido donde se pierden vidas inocentes.
Esta ola de violencia es como una lacra que afecta a cada rincón de este nuestro planeta y porsupuesto el Perú no es la excepción. Hace diez días un grupo de asaltantes armados entró en la hacienda del empresario José Li, lo secuestraron y terminó muerto en un tiroteo confuso.
Días posteriores al asesinato, tuve la oportunidad de hablar con una de las personas que estuvo de rehén en la casa del señor Li a quien llamaremos Señora X, porque hasta vergüenza ajena me da publicar su nombre. A medida que me contaba los acontecimientos de ese día, me daba cuenta de una espeluznante realidad: la gente no es consciente de la fortuna que tiene de vivir, de respirar, de andar, simplemente de estar en este mundo y negocia su vida como si fuese un kilo de arroz, todo por unos cuantos objetos sin valor.
En pleno secuestro, los asaltantes armados despojaron a los invitados de sus objetos de valor (billeteras, celulares, joyas, relojes, llaves de autos, etc); en esos momentos lo que un ser humano consciente del peligro de muerte al que está expuesto, entrega lo que sea con tal de salvar su vida; eso creía yo, pero no fue así: esta persona decidió esconder sus pertenencias, que dicho sea de paso no llegaban ni a los U$50, en sus pantalones para que no le fueran arrebatados; ustedes pensarán: tal vez eran objetos con un profundo valor sentimental... una vez más la respuesta es incorrecta. Eran chucherías compradas en una tienda cualquiera. Lo peor de todo es que la señora X contaba esto como una gran hazaña...nunca se dió cuenta que no sólo puso su vida en peligro sino que además la de las 40 personas que estaban con ella. El incidente no llegó a mayores y no fue descubierta, pero ese no es el punto. Una vez más comprobamos que el egoísmo y la falta de solidaridad hacia con los demás es evidente.
¿Cuánto vale tu vida? ¿Cuánto vale la de los demás?