Aprendiendo de la vida


6 de abril de 2009

Hablando por la herida

Todos los seres humanos tenemos un lado oscuro; algunos lo manejan y controlan muy bien y a otros se les escapa de las manos. Cuando estamos heridos, con dolor, hablamos por esa herida y con nuestras palabras podemos hacer mucho daño, lo peor de todo es que casi siempre le hacemos daño a quienes más queremos; después nos damos cuenta del error que cometimos; desafortunadamente las palabras quedaron y lo más triste es la rabia y el enfado con que las dijimos. Antes de abrir la boca, reflexionemos antes de soltar al aire las palabras. Somos seres humanos "racionales" y eso nos hace menos salvajes y más pensantes. Cuando hablemos, que nuestras palabras salgan del corazón y no de la cabeza ni del hígado; sino, mantengamos el noble silencio hasta que realmente nuestro corazón sea el que hable.
Si alguna vez hicimos daño con nuestras palabras o pensamientos, pidamos perdón; que sirva de experiencia para que no lo volvamos a repetir. Aprendamos también a perdonar, a aceptar las cosas que suceden en nuestra vida sin rencor alguno.
No olvides que el corazón es el que te debe guiar, así serás feliz.

3 de abril de 2009

Nadar hacia la felicidad

La vida nos pone en situaciones que ni imaginamos.
A veces pensamos que ya tenemos resuelta nuestra vida: llena de planes, proyectos, amores, y tenemos certeza que nuestro futuro ya está "trazado"y creemos que con eso seremos felices ... y BOOM!, de un momento a otro todo cambia... ¿Y ahora?, ¿Qué hago? ¿Cómo lo manejo? Perdemos el control, la seguridad y no sabemos cómo manejar estos cambios tan intensos ... Bueno, a sentarse un momento y a tratar de ver claro entre toda la bruma que nos agobia en un momento de crisis.
Hay razones por las que estas cosas suceden, motivos poderosos que harán que nos encontremos, nos reconozcamos y aceptemos: cosas aún más maravillosas están llegando a nuestras vidas y esa "felicidad" que creíamos ya estaba ahí era sólo un pequeño salvavidas que nosotros habíamos tomado para no seguir nadando, sólo para mantenernos a flote aún cuando sabíamos que era posible seguir avanzando; pues a veces hay que soltar ese salvavidas para poder nadar hacia tierra firme donde finalmente encontraremos lo que pensamos no existía o nos parecía inalcanzable y así no seguir flotando a la deriva.
Cuando finalmente decidamos soltar el salvavidas, estaremos listos para cerrar círculos, para perdonar, para pedir perdón, para seguir adelante y ser felices con el alma limpia y poder recibir con el corazón abierto a quien te ama incondicionalmente y a quien tú amas.
Hay que soltar a veces ese flotador que sólo nos hace dar vueltas y vueltas sin destino alguno, dejarlo ir sin miedo a ahogarse y nadar hacia el amor más puro y maravilloso.
Suelta el salvavidas, te aseguro que no te vas a ahogar. Todos nos merecemos ser felices de verdad.