Todos los seres humanos tenemos un lado oscuro; algunos lo manejan y controlan muy bien y a otros se les escapa de las manos. Cuando estamos heridos, con dolor, hablamos por esa herida y con nuestras palabras podemos hacer mucho daño, lo peor de todo es que casi siempre le hacemos daño a quienes más queremos; después nos damos cuenta del error que cometimos; desafortunadamente las palabras quedaron y lo más triste es la rabia y el enfado con que las dijimos. Antes de abrir la boca, reflexionemos antes de soltar al aire las palabras. Somos seres humanos "racionales" y eso nos hace menos salvajes y más pensantes. Cuando hablemos, que nuestras palabras salgan del corazón y no de la cabeza ni del hígado; sino, mantengamos el noble silencio hasta que realmente nuestro corazón sea el que hable.
Si alguna vez hicimos daño con nuestras palabras o pensamientos, pidamos perdón; que sirva de experiencia para que no lo volvamos a repetir. Aprendamos también a perdonar, a aceptar las cosas que suceden en nuestra vida sin rencor alguno.
No olvides que el corazón es el que te debe guiar, así serás feliz.
Si alguna vez hicimos daño con nuestras palabras o pensamientos, pidamos perdón; que sirva de experiencia para que no lo volvamos a repetir. Aprendamos también a perdonar, a aceptar las cosas que suceden en nuestra vida sin rencor alguno.
No olvides que el corazón es el que te debe guiar, así serás feliz.